lunes, 5 de diciembre de 2011

PÁRAMO DE MEJUÉ, naturaleza en todo su esplendor

El páramo de Mejué está ubicado en la cordillera oriental colombiana, muy cerca al P.N.N. El Tamá, en territorio de Chinácota y Toledo, municipios de la provincia de Ricaurte en Norte de Santander.
Es un hermoso santuario de flora y fauna, además de un maravilloso bosque de niebla (son pocos en todo el mundo) que es la perfecta fábrica de agua, allí nacen entre otras la quebradas de Iscalá que vierte sus aguas al Pamplonita o La Quebrada Grande, al otro lado, que lleva su caudal al Culagá, una da las fuentes que más adelante hará parte del majestuoso Margua.




En la cima se delimitan los municipios citados, por allí pasa la carretera que conduce a Toledo, Labateca y San Bernardo y aunque otrora se han hecho grandes campañas para protegerlo, es evidente el avance de la frontera agrupecuaria en pequeña escala, pero igual de dañina, para ese frágil ecosistema.






La constante tala de árboles, especialmente en su parte baja, cuya madera es utilizada para la creciente explotación de minas de carbón en la zona, sin duda requieren un control estricto de las autoridades ambientales, así lo señalan  habitantes y ambientalistas por convicción y vocación.









Hacia el futuro podría ser un punto importante de referencia para el llamado eco-turismo, existen las condiciones por su belleza y fácil acceso, pero falta ifraestructura y guias para atender la llegada de grupos o personas ansiosas para comulgar con la naturaleza, por eso esperamos que las nuevas administraciones que llegan a los municipios este 1º de eneo de 2012, pongan en su agenda acciones para proteger de verdad esta belleza única y natural de los nortesantandereanos.







Que delicioso sería hacia el futuro poder recorrerlo por senderos plenamente demarcados, respirar el aire puro con olor a bosque, plasmar en fotografías su niebla o llovizna pertinaz, deleitarse con un sorbo de agua natural y cristalina de sus manantiales o ya al final de un maravilloso recorrido saborear una trucha a la parrilla o al ajillo en los cultivos de este pez asentados en sus contornos y de sobremesa un apropiado aguardientico para calentar el regreso a casa.
 
Pero mientras eso sucede, los dejamos con el registro fotográfico que hicimos hace algunos días, con un poco de prisa, pero felices, así hayamos pescado un pavoroso resfríado.


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